Marakame


La tradicion huichola nos habla de que un Marakame es un vivo muerto, pues es el intermediario entre el mundo de los hombres y el de los espiritus, pero es tambien todo aquel hombre y mujer que esta en la busqueda del conocimiento. La dedicacion y el esfurzo son su principal virtud ya que su labor es la de caminar para buscar y hacer caminos sin encontrar destino ¿Por qué?. Porque su mision es la de aprender llevando lo aprendido a otros lugares. Su andar es seguro pero sin ninguna prisa; su temperamento es humilde y sencillo, pues solo siendo asi, puede hacerce accesible el mundo que lo rodea. Ser de este modo le permite aprender a observar e interpretar al mundo. Nada esta fuera del ojo de un Marakame pues el puede verlo todo. En esta ocasión el Marakeme ha decidido hacer su camino mediante esta publicacion juvenil apoyada por hombres y mujeres comprometidos con esta. pues considera que los jovenes por su naturaleza rebelde y emprendedora, son los depositarios de hacer caminos trasmitiendo su sentir de los diferentes problemas politicos y culturales que aquejan a nuestro pais y al mundo. Sean todos y todas bienvenidos a este esfuerzo conjunto, esperando que sea de su agrado pero sobre todo agradeciendoles que podamos caminar junto a ustedes.

El pueblo huichol o wirrárika es uno de los pocos que se han mantenido puros desde antes de la conquista de los españoles. No sólo son una nación pura en sus raíces sino también en su espiritualidad y su cosmogonía. Los 
wirrárika gustan de hacer arreglos, ofrendas, escudos y flechas para narrar la historia de la creación del mundo y del universo, pero también usan estos mensajes para detener el viento, para llamar a la lluvia o al sol o para ejecutar rituales de hechicería. El ritual más puro de los wirrárika ocurre sólo en los llamados mitotes, ceremonias religiosas en las que se ejecutan danzas y movimientos mágicos para activar la energía vital, para agitar la vida, o sea el kipuri. 

Algunos antropólogos han llamado neciamente a todos estos elementos "Dioses" utilizando su propia interpretación del mundo divino; pero para los 
wirrárika y para los antiguos mexicanos el concepto de Dios tiene una connotación más precisa: se trata de algo que es parte del cosmos y no sólo creador de él. Los wirrárika  son reverentes con las mismísimas fuerzas que gobiernan la vida, y no las llaman dioses, sino hermanos. El Abuelo Fuego Tatevari, la Madre Agua o Tatiei Matinieri, el bisabuelo Cola de Venado Tamatz Kayaumari, todas son encarnaciones de las fuerzas de la naturaleza, de la energía que fluye en el universo y su relación con este mundo mágico. 

Los 
wirrárika están gobernados por una casta de chamanes, misteriosos brujos y guerreros que luchan épicas batallas en el terreno de lo sobrenatural para resolver los problemas mundanos o divinos, o simplemente para asumir el lugar del gobernador o Marakame, "el que sabe". Esta casta prepara nuevos chamanes o Matewame "el que va a saber" para mantener el linaje y el conocimiento. Los poderosos chamanes wirrárika han tejido incontables relatos de poder donde libran formidables batallas en el terreno de la percepción, del que rescatan y resuelven asuntos al nivel de la vida cotidiana, confirmando con ello el liderazgo de su conocimiento, de su gobierno y de su espiritualidad. 

Tal vez la vida moderna invada el mundo 
wirrárika y vaya borrando poco a poco las huellas de ese mundo mágico y misterioso, pero todavía unos pocos elegidos escogen el duro camino del chamanismo, guiados por los Marakame y por el protector abrazo del Híkuri, el rostro del divino, la planta sagrada del desierto y maestro de la forma correcta de vivir de los brujos perdidos en el tiempo. 

Algunos autores como Carl Lumholtz, Fernando Benítez y Víctor Blanco Labra han visitado el mundo huichol y abierto sus puertas a occidente. Pero el verdadero conocimiento de los 
wirrárika es su sintaxis para percibir un mundo arquetípico que es la visión silenciosa de la naturaleza, el principio primitivo y fundamental de la vida al que hemos de volver para encontrarnos con la totalidad de nosotros mismos. 



Marakame Huichol Rosendo



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